La tarde del 29, último sábado de julio del 2023, nos dirigimos a Bonastre, en nuestros vehículos, estacionando en un parking muy próximo al punto previsto para iniciar nuestra salida hacia Salomó. 38 senderistas, incluyendo a dos benjaminas, Juna e Ina, de Múnich (Alemania) y que están disfrutando de las vacaciones con sus abuelos Otfried y Ángela.
A esa hora todavía el sol caía de lleno sobre nosotros, resultaban muy necesarios los sombreros y las gorras. El camino alternaba la tierra con el cemento, con la excelente compañía de los viñedos de uvas blancas y negras, muy bien cuidados. Por la zona que nos encontrábamos estás uvas darán vinos con denominación de origen (D.O.) Tarragona. Una primera parada para hacer una foto de familia, justo al lado del celler “Cal Lluïsot”. Continuamos con nuestra animada caminata y divisamos algunas construcciones de “Pedra seca”.
Seguimos ese vaivén de subidas y bajadas por una zona con el suelo cimentado hasta llegar a un desvío a la derecha, donde nos reagrupamos, para seguir, descendiendo. El tramo se va estrechando y las hierbas ascienden lo suficiente como para obligarnos a ir en fila india. Continúa el camino hasta llegar a Salomó.
Una vez entrados nos dirigimos por el Passeig Joan Creus Cañellas, nombre del abuelo de nuestra entrañable Araceli, que fuera industrial textil y también alcalde de la localidad. Curiosamente, el edificio familiar y que en su parte posterior albergaba las naves con los telares se encuentra frente al bar “Eclipsi” del polideportivo donde está prevista nuestra cena. Al llegar nos encontramos que Santi, M.Luz y Pier habían llegado en sus vehículos para ir directamente a la cena. Lluís el responsable de l’Eclipsi, nos estaba esperando, ha acondicionado 4 mesas debajo de las moreras que nos encanta.
El calor soportado durante el camino hace que muchos hagan cola en la barra para tomar un refresco. Sirven los platos para compartir entre los comensales y resulta un buen pica-pica, al que añaden botifarra negra que han preparado en la barbacoa, junto con llonganissa que corona la coca de seba. Cierran esta agradable cena melón y sandía de postre.
Nos suele ocurrir cada año y es que cuando hay que levantarse de la mesa no nos apetece pero hay que hacerlo tenemos que tomar el camino de retorno. Una vez en pie y tras despedirnos de Lluís, preparamos los frontales y las linternas para el recorrido de regreso a Bonastre. Justo la calle lateral es el inicio del tramo asfaltado de subida que nos llevará al Más Boronat, una masía catalana transformada en un excelente complejo de hostelería muy bien equipado. Por este punto no hemos pasado con anterioridad y ahora sí para recortar unos cientos de metros.
A pesar de la noche el calor se mantiene pero es el embrujo de esta que hace que disfrutemos del Camino. Es ahora Otfried, nuestro Patrón y guía del recorrido, quien nos detiene para que observemos el oscurecido cielo y nos hace ver la escasa visibilidad debido a la humedad y las nubes. Sólo se ha podido ver el triángulo de verano formado por las estrellas Deneb, Altair y Vega en el cénit. La luna tenía la desviación sur máxima del mes, muy similar al sol en diciembre y por esta razón se observa en esa posición. En el suroeste se pudo ver la estrella Arcturus. Pero ni por casualidad había un solo planeta visible.
Tras esta breve lección de astronomía continuamos hasta llegar a la zona donde habíamos dejado los coches. La despedida con el buen recuerdo de esta salida nocturna y el deseo de poder repetirla después de haber disfrutado del ambiente jacobeo.
Ultreia et suseia.
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