Maite Malo: 7,30 de la mañana, todavía es de noche cuando llegamos donde nos recoge el autobús para llevarnos a Mora d’ Ebre con su peculiar puente de bonitas arcadas y, precisamente en él, empieza nuestra caminata. 56 senderistas deseosos de reencontrarse con esos caminos que susurran músicas olvidadas en el trasiego diario; con caminos que nos muestran bellas estampas de campos de cerezos con secuencias de caminos vecinales entre los que destaca alguna que otra higuera con su aroma inconfundible.
Más adelante admiramos los campos de olivos cuajados del preciado fruto.
Algún que otro viñedo empieza a exhibir sus pámpanos teñidos de ocre, evidencia de un Otoño recién estrenado.
El camino a la orilla del Ebro es una delicia, el río juega con nosotros escondiendo y asomando su cauce que discurre entre frondosos árboles. Su anchura, su largo recorrido que atraviesa siete comunidades distintas lo acreditan como corriente fluvial de enorme importancia regalando a su paso la fertilidad que el agua supone para la vida.
Algunas piraguas ponían la nota de color. Al fondo el pueblo de Ascó se alza sobre una colina que sin complejo mira la chimenea de la Central Nuclear.
Acabamos nuestra marcha de 15 kms. con la satisfacción general y con una comida llena de camaradería e inmejorable ambiente.
Jesús Suarez: 28 de septiembre de 2024. Salida de Mora d’Ebre a Ascò.
Último sábado de mes con el deseo de retornar a las salidas diurnas.
Es interesante conocer algo de la historia de Mora d’Ebre. Inicialmente se conocía con el nombre de Mora. En el margen izquierdo del río se encontraban unas escasas construcciones que eran conocidas como los massos de Mora, cuyos habitantes se veian obligados a desplazarse en barca a Mora para poder realizar los trámites administrativos, lo que motivó que solicitasen la segregación del municipio de Mora y asi fue reconocida en 1830, pasando los massos a denominarse Mora la Nova y posteriormente Mora pasó a tener su nombre actual.
El autocar repleto a rebosar se dirige a la Ribera d’Ebre, donde a su llegada a la estación de autobuses, los senderistas descienden y se une al grupo un número reducido e inician la marcha, en el callejeo por el margen derecho un mural en una fachada llama poderosamente la atención, la imagen de un niño que observa el rio Ebro con el puente de fondo. Que mejor fondo para la foto de familia, pero ah! las circunstancias son las que mandan y el pretendido observador y fotógrafo se ve obligado, por no tener disponibilidad en su móvil, a ceder la plaza a Stefan dejando plasmada una excelente imagen para el recuerdo.
A partir de ese momento, inician el recorrido, encontrándose, según informa Otfried, con un observatorio de aves. El itinerario discurre por el GR99, que es conocido como el Camino de Sirga y que en su mayor parte se hará por asfalto. Escoltados a la derecha por el río Ebro que permitió captar excelentes imágenes, observando el descenso de canoas.
La finalidad de esta servidumbre era para que las embarcaciones que navegaban río arriba, cuando el viento no era favorable, fueran tiradas por un grupo de tripulantes que echaban pie a tierra y tiraban de la sirga o maroma, que no es otra cosa que una cuerda gruesa y resistente, muy habitual en la navegación fluvial en épocas anteriores.
Las embarcaciones transportaban arroz del delta del Ebro a Mequinenza y a continuación allí mismo cargaban carbón que llevaban a Tortosa donde era transbordado al ferrocarril con dirección a Barcelona, especialmente, al finalizar la guerra civil donde se generaba una gran demanda de energía.
Curiosamente a la izquierda durante una parte de la marcha un tramo de la vía férrea, la estación de Garcia, poblacion que se encuentra en el margen opuesto. Un primer túnel y posteriormente, otro, pero de escasa longitud, puesto que desde la posición de los caminantes, puede verse la luz de la boca norte.
No se puede hablar del ferrocarril en la Ribera de l’Ebre, sin mencionar la vinculación con Mora la Nova, en 1891 fue inaugurada su estación y era uno de los puntos intermedios de Barcelona a Madrid, que se distribuía en tramos en función de los kilómetros que recorría y en este caso era casi intermedio entre Barcelona y Zaragoza. En Mora la Nova siempre ha habido una vinculación de sus habitantes con el ferrocarril, no por su utilización sino por haber desarrollado su actividad laboral en él. Actualmente la actividad se ha reducido y gracias al esfuerzo de voluntarios, muchos de ellos antiguos ferroviarios, consiguieron recibir el respaldo para que en las zonas en desuso de la estación se estableciera un museo para dar a conocer las maquinas, sistemas y operatividad que hubo y que además realizan actividades no sólo para la población, sino para aquellas otras interesadas.
El asfalto se torna tierra y posteriormente, en piedras y rocas, que conforman el Pas de l’Ase, un tramo rocoso, ascendente y con dificultad añadida, a pesar de su escasa longitud y que requiere que algunos senderistas den apoyo a sus compañeros. Era un paso obligado en el transporte de mercancías a lomos de mulas y burros y que la navegación fue reduciendo.
Se dejan las rocas, ahora la tierra y nuevamente el asfalto, quizás el peor enemigo del senderista puesto que caminar sobre él calienta el calzado y por ende los pies. Tras un ascenso, un descenso y ya se observa la localidad de Ascó, cuyo cerro está coronado por los restos del castillo, ubicado en un lugar de privilegio pues domina todo el valle de l’Ebre. Sus antecedentes son romanos y fue reedificado por los árabes, conquistado por los Condes de Barcelona y en un intercambio de fortificaciones paso a mano de los templarios. Destruido durante la guerra dels Segadors y las guerras carlistas acabaron con los restos de sus muros. En su lugar se alza una torre de telégrafo óptico. Quedan algunos restos de las piedras que conformaron sus muros.
En el margen opuesto, desde muchos kilómetros antes ya se observa, “el otro castillo”, la chimenea de refrigeración de la Central Nuclear Asco I y II. Centrales puestas en funcionamiento en 1984 y 1986, respectivamente y que tienen previsto su cierre, en 2030 y 2032, que supera las previsiones de los 40 años en este tipo de instalaciones. Hay que decir que aportan una cantidad económica muy importante al Ayuntamiento de Ascó y limítrofes y que una vez se produzca el cierre, deberían gestionar atraer otras empresas para intentar compensar en parte las perdidas por la reducción de ingresos que comportará este cierre.
Ante la inmediata subida hacia Ascó en un espacio fuera de la carretera está estacionado el autocar que dejo a los senderistas en el inicio del tramo y que ahora lo hará al restaurante el Pas de l’Ase, ubicado en la población de García, al otro margen del río.
Llegados al restaurante donde, se incorporan nuevos comensales al grupo. Dos alargadas mesas estaban preparadas para atender al grupo y que con su presencia llenaban gran parte del comedor. Platos bien condimentados, con postres y cafés a lo que hay que añadir un buen servicio. Como anécdota comentar que en un principio se hizo la reserva en otro establecimiento de la zona, que declinaron dar el servicio por superar el número de comensales el aforo. Lluís, nuestro Presidente, gracias a la previsión que había hecho Otfried pudo gestionar el restaurante en sustitución del inicial. Durante el transcurso de la misma reino una gran armonía, al igual que durante el recorrido, que resalta el excelente sentimiento de los senderistas. Con 56 comensales se puede decir que ha sido un gran éxito de participación, ya que un número tan nutrido sólo se suele dar en la celebración del Santo Patrón o en las salidas de febrero o marzo cuando se coronan con una calçotada.
Finalizada la comida, a la salida foto de familia y al autocar, salvo aquellos que se habían desplazado en sus vehículos. La arribada a la plaza de los Vientos, las despedidas y el deseo de una nueva propuesta para el mes de octubre.
Leave A Comment