Preciosos reportajes y estimulante caminata, corta pero incentivada por el reencuentro con los amigos del camino y con la naturaleza que vestía exuberante y frondosa aunque sin lograr ocultar por completo el curso del arroyo que suavemente acompañaba con su rumor nuestro paso. El Montsant, el castillo, el mirador remiso a mostrarnos la belleza que se adivina puede regalar en días soleados, el pantano de Riudecañas, rebosante, pletórico en toda su capacidad, han contribuido a hacer de esta mañana, un delicioso recreo.
Tras el largo período de la pandemia, por fin primera salida con 26 participantes. Bajo dos premisas, mascarillas y distancias sociales. Para mayor prevención desplazamiento en vehículos particulares. Salida desde los estacionamientos del cementerio y encuentro en la entrada de Duesaigües. Desde los pocos más de 250 m. de desnivel se inicia el ascenso por pista asfaltada que se une al tramo final de la carretera que conduce al Castillo-Monasterio de Escornalbou. La visita se hace siguiendo las instrucciones, grupos de 10 personas con mascarillas. Tiempo que permite tomar un tentempie. La reapertura se ha incentivado, afortunadamente, con la entrada gratuita hasta el domingo 21. Un audiovisual nos lleva a los inicios con restos romanos. Entre los siglos XII y XIII se construye la iglesia de Sant Miquel, estilo tardo románico, sin ábside, y posteriormente el monasterio. Se encargó de su custodia la Orden de los Agustinos, en número escaso. Y posteriormente los franciscanos en mayor número, llegando a establecer un seminario. Permaneciendo hasta 1835 en que fueron obligados a abandonarlo en la primera desamortización. El propietario de mayor relieve fue el reusense Eduard Toda, diplomático, sinólogo, egiptólogo y filántropo. Que lo reconstruyó sin seguir las directrices anteriores, sencillamente en función de sus necesidades. Manteniendo la iglesia y una parte del claustro a modo de mirador. Amueblado acorde con la época y elementos traídos de sus estancias en el extranjero. En un rincón apenas perceptible por la vista hay un cuadro de cerámica regalado por el pueblo de Escornalbou en reconocimiento a su gran labor como benefactor. En el exterior imágenes que asustasen a visitantes no deseados. Un camposanto curioso en un lateral exterior se enterraron los 8 agustinos y en el interior de la cripta unos 40 franciscanos. Tuvo más propietarios. Uno de ellos se dedicó a intimidar a los vecinos cercanos al decirles que se oían ruidos de brujas con el fin de alejarlos del Castillo. Un día ante los alarmantes ruidos decidieron subir todos juntos y se encontraron que los ruidos provenían de la maquinaria que le permitía falsificar billetes, hecho que le costó ir a la cárcel. La iglesia totalmente vacía y con la necesidad de ser restaurada, especialmente, su techumbre. Actualmente es propiedad de la Generalitat. Finalizada la visita ascendemos a la ermita de Santa Bárbara, ubicada en el punto más álgido, a un desnivel de más de 560 m. Desde allí un pequeño mirador permite divisar un amplio paisaje. De nuevo en el castillo a la hora de iniciar el descenso, se comenta que hay un sendero, con piedras, que es tortuoso, pero con un particular encanto. Un grupo desciende por él y otro opta por retornar por el mismo camino que habían llegado. En Duesaigües se da por finalizado el recorrido de unos 8 km. Algunos deciden regresar, otros prefieren comer el pic-nic casero y el resto opta por las ricas tapas que ofrece un bar local. Muy satisfechos de esta salida nos despedimos pensando que nos volveremos a encontrar en una de las habituales y refrescantes salidas nocturnas veraniegas.
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