Ayer, sábado 9, treinta y tres senderistas salimos en dirección a l’Albiol.
Lluis, nuestro Presidente, después de haber realizado la previa para ver la ruta y comprobar el estado de la misma nos puso en conocimiento su difícultad y aconsejaba bota alta para sujetar bien los tobillos. La ruta de cerca de 15 km, tenía un desnivel de unos 330 m, así como una variación de desniveles positivos y negativos que se verían en los últimos kms.
Desde el primer momento se cumplen sus palabras, y “para muestra un botón”. Nada más iniciar la salida un ascenso por sendero de piedras sueltas que se mantiene un buen tramo hasta que observamos como la mano del ser humano ha preparado en la piedra unos escalones para evitar los deslizamientos constantes de piedras. Llegados a estos, nos sirven para reagruparnos y aprovechamos para hacer la foto de familia. Seguimos y afortunadamente también hay senderos de tierra lo que nos da ligereza en el caminar.
Entramos en un espacio que podríamos definir como un bosque frondoso, donde prácticamente, sólo se puede seguir en hilera y las ramas y arbustos casi nos rozan, pero se hace muy agradable.
Una vez sobrepasado a la derecha observamos una torre igual a la de un castillo medieval incluidas sus almenas. Es Otfried quien me hace saber que trata del más d’en Grau, y está torre no se puede considerar medieval, pudiera ser una construcción de 1731 como constaba en una imponente puerta actualmente destrozada al igual que el estado ruinoso que se encuentra toda la masia, excepto la estructura externa de la torre. En 1946 fue abandonada por la familia que la habitaba para ir a vivir a Reus.
Continuamos hasta cruzar la carretera que nos indica que a 2 kms està Els Motllats, que tomó el nombre de la Sierra que lo recorre. Un empresario en 1973 se decidió a urbanizar la zona para construir casas de segunda residencia, llegó a construir 6, siendo un total fracaso debido a las inclemencias del tiempo, la falta de agua y el mal acceso.
A la llegada a una zona despejada algunos, al tiempo que sirve para reagruparnos, deciden tomarse el tentempié. Seguimos el ascenso por un camino de tierra amplio hasta llegar a la Creu Trencada.
Una hermosa cruz latina sobre una base de rocas y en su parte central un orificio parecido a una hornacina donde hay las figuras de un nacimiento.
Nueva reagrupación que se aprovecha para los que no se tomaron su tentempié lo hagan ahora.
El recorrido es por la cresta, con gran amplitud y escasa vegetación que permite divisar a ambos costados, así observamos a nuestra derecha Capafons, una pequeña población que ronda los 100 habitantes, que como curiosidad tiene censadas 53 fuentes.
En un cruce con la carretera Emilio nos está esperando con su coche para ofrecernos apoyo por si alguien quiere que lo lleve, pero la fortaleza de los caminantes hace que rehusen el ofrecimiento que por supuesto se agradece.
Ahora iniciamos el paso por una auténtica montaña rusa, por sus numerosas subidas y bajadas, que en el argot senderista sería un rompepiernas.
El descenso por una amplia zona rocosa nos acercará a un terreno vallado, donde Santi informa que hay prácticamente recién plantadas encinas a las que les han sido incorporados hongos de trufa negra para poder cultivarlas.
Nuevamente se estrecha el camino con una subida cargada de piedras que se transformará en un surco y así de nuevo hasta alcanzar la carretera.
Entramos en Prades, donde descubrimos hermosas casas de piedra rojiza que se ven como tipo en la mayoría de ellas, como la iglesia de Santa María que nos recibe en la plaza mayor como si de una catedral se tratase. Y a su lado la fuente renacentista que en fiestas hacia brotar cava.
Su fiesta más conocida la de la patata en el mes de septiembre para celebrar el inicio de su recogida, teniendo en cuenta la cualificación culinaria que tiene.
La dureza del recorrido ha hecho que vayamos separándonos en pequeños grupos, llevo de guía a Roberto, quien ofreció, anticipadamente, a los que sólo venían a comer que visitaran el Museo de Francisco Anglés “Sisquet”, que ha ido coleccionando herramientas de antiguos oficios y como el mismo dice:” No se cuantas cosas más”, que debido a la gran cantidad de objetos y el poco espacio hace que puedan acudir al mismo tiempo un reducido número de visitantes.
Llegamos al restaurante “Comptes de Prades, de forma escalonada, los primeros ya han pedido sus bebidas y se han ido sentando en una mesa, lo que hacemos nosotros y así conforme van llegando. Se incorporan 7 senderistas en condición de comensales y nos avisan que podemos pasar al comedor donde nos sirven unos buenos primeros, una de las especialidades de los segundos se hacen de rogar y llegamos a pedirles el postre porque aún no están cocinados. Es de justicia decir que una vez han llegado a la mesa hemos coincidido todos en lo ricos que estaban, de los postres a destacar los flanes que eran de un tamaño nunca visto y además de excelente sabor, los cafés cerraron el ágape.
Comentar que por causas desconocidas, se producían cortes del fluido eléctrico, afortunadamente disponíamos de una buena cristalera que permitía el paso de la luz solar.
Unos en sus coches y otros en el autocar regresamos a Tarragona satisfechos de haber compartido esta tercera etapa del Camino de Santiago y una vez en tierra las despedidas pensando en la próxima etapa de Prades a Ulldemolins.
Ultreía et suseia.
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